da tradurre - facilmente leggibile
[La fuente principal de este post es el libro Che Chevara. Una vida revolucionara, de Jon Lee Anderson].
La fascinación de El Che por el Maoísmo comenzó antes de que Guevara
se convirtiera en un personaje público. Leyó sus escritos años antes de
embarcarse en la aventura cubana y le fascinaban
las noticias que llegaban del triunfo comunista chino. El gigante asiático formó parte de su lista prioritaria de países que quería visitar e incluso llamaba con frecuencia a su primera hija “mi pequeña Mao”. Esto es lo que escribía a los pocos meses de su nacimiento:
Mi alma comunista se expande pletóricamente: ha salido igualita a Mao Zedong. Aun ahora ya se nota la incipiente pelada del medio de la boca, los ojos bondadosos del jefe y su protuberante papada; por ahora pesa menos que el líder, pues apenas pasa los cinco kilos, pero con el tiempo lo igualará.
A parte de esta fascinación al Che y a Mao les unió su interpretación del marxismo. En esta ideología compartida había tres puntos fundamentales que les separaban del resto de tendencias comunistas:
1 – La revolución debe empezar en el campo. El marxismo tradicional había pronosticado que la revolución comenzaría gracias al proletariado urbano, especialmente en las fábricas, y que ellos serían el soporte del movimiento marxista. Sin embargo, Mao Zedong se dio cuenta de que esa fórmula no podía funcionar en China, donde el proletariado urbano era muy reducido y donde las ciudades escapaban a la influencia comunista. Mao basó su victoria en los campesinos y el Che estaba de acuerdo con esta visión, que creía se adaptaba mejor a las circunstancias de América Latina.
2 – Trabajo voluntario y esfuerzo. Mao confiaba ciegamente en el esfuerzo colectivo por encima de otras consideraciones racionales (en fin, ahí está el Gran Salto Adelante) y pensaba que a través del esfuerzo colectivo se podía llegar al desarrollo del país. El Che admiraba esta faceta de los chinos e incorporó en Cuba el trabajo voluntario que había instaurado Mao.
Dentro de este punto, se podría incluso establecer un paralelismo entre el fallido Gran Salto Adelante de Mao y los primeros años del Che al frente del Ministerio de Industrias y del Banco Nacional. Los dos antepusieron la irracionalidad política a los resultados económicos, situaron en los puestos importantes a “rojos seguros” en lugar de a tecnócratas capaces y los dos aspiraban a una industrialización rápida (pero imposible) que estaría basada en el esfuerzo de las masas. Los resultados, por suerte para Cuba, no fueron tan catastróficos (sobre todo porque al Ché no le dejaron llevar a cabo sus planes y los países son completamente diferentes) pero el trasfondo ideológico es el mismo.
3 – Violencia. Cada uno a su manera, los dos fueron extremistas en este sentido. Mao Zedong convirtió la lucha de clases (muchas veces despiadada) en uno de sus pilares ideológicos. El dirigente chino pensaba que no se podía renunciar nunca a la lucha de clases, ya que ésta garantizaba la pureza del comunismo. Para el Ché Guevara, la violencia era la única forma en la que los comunistas podían (y debían) alcanzar el poder. El Ché estuvo en contra de la participación en elecciones democráticas y apoyó económicamente (e incluso en persona) movimientos guerrilleros en África y América Latina.
A parte de estos puntos ideológicos comunes, lo que acabó por convertir al Che en una figura pro-china fue el conflicto que durante los años 60 enfrentó a la U.R.S.S. y a China. Después de su luna de miel durante principios de los 50, las dos grandes potencias se enfrentaron por el liderazgo del mundo socialista. A pesar de que la línea oficial cubana se decantó por Moscú, en numerosas ocasiones el Che criticó a los soviéticos y elogió las políticas maoístas.
En esos tiempos de enfrentamiento ruso-chino, el Che elogiaba las políticas llevadas a cabo por Mao Zedong, criticaba a la URSS por su política de convivencia pacífica (que intentaba evitar una guerra nuclear) y defendía y subvencionaba guerrillas en América Latina y África (en contra de las intenciones rusas). En 1961 (justo al final del dramático Gran Salto Adelante), después de verse con Mao y de cenar con Zhou Enlai, afirmó que “en general no tenía una sola discrepancia” con Pekín. Además, los únicos técnicos chinos que trabajaban en Cuba lo hacían en el ministerio del Ché; durante su discurso ante las Naciones Unidas (parte fundamental en la primera parte de la película protagonizada por Benicio del Toro) Guevara defendió el reconocimiento en la ONU de la China comunista en lugar de la República China de Chiang Kai-shek.
.... voy a centrarme en la relación que el Che
tuvo con China y con Mao. Aunque les pueda sorprender a muchos, El Che Guevara consideraba a China un ejemplo a seguir y admiraba a Mao Zedong,
con el que se reunió en varias ocasiones. Es curioso también como Mao y
el Che han seguido caminos similares en la mercadoctenia y el
imaginario colectivo: por unas razones o por otras, sus caras se han
convertido en una moda (incluso en arte en algunos casos) y pueblan
millones de camisetas, relojes y banderas a lo largo y ancho del
planeta.
las noticias que llegaban del triunfo comunista chino. El gigante asiático formó parte de su lista prioritaria de países que quería visitar e incluso llamaba con frecuencia a su primera hija “mi pequeña Mao”. Esto es lo que escribía a los pocos meses de su nacimiento:
Mi alma comunista se expande pletóricamente: ha salido igualita a Mao Zedong. Aun ahora ya se nota la incipiente pelada del medio de la boca, los ojos bondadosos del jefe y su protuberante papada; por ahora pesa menos que el líder, pues apenas pasa los cinco kilos, pero con el tiempo lo igualará.
A parte de esta fascinación al Che y a Mao les unió su interpretación del marxismo. En esta ideología compartida había tres puntos fundamentales que les separaban del resto de tendencias comunistas:
1 – La revolución debe empezar en el campo. El marxismo tradicional había pronosticado que la revolución comenzaría gracias al proletariado urbano, especialmente en las fábricas, y que ellos serían el soporte del movimiento marxista. Sin embargo, Mao Zedong se dio cuenta de que esa fórmula no podía funcionar en China, donde el proletariado urbano era muy reducido y donde las ciudades escapaban a la influencia comunista. Mao basó su victoria en los campesinos y el Che estaba de acuerdo con esta visión, que creía se adaptaba mejor a las circunstancias de América Latina.
2 – Trabajo voluntario y esfuerzo. Mao confiaba ciegamente en el esfuerzo colectivo por encima de otras consideraciones racionales (en fin, ahí está el Gran Salto Adelante) y pensaba que a través del esfuerzo colectivo se podía llegar al desarrollo del país. El Che admiraba esta faceta de los chinos e incorporó en Cuba el trabajo voluntario que había instaurado Mao.
Dentro de este punto, se podría incluso establecer un paralelismo entre el fallido Gran Salto Adelante de Mao y los primeros años del Che al frente del Ministerio de Industrias y del Banco Nacional. Los dos antepusieron la irracionalidad política a los resultados económicos, situaron en los puestos importantes a “rojos seguros” en lugar de a tecnócratas capaces y los dos aspiraban a una industrialización rápida (pero imposible) que estaría basada en el esfuerzo de las masas. Los resultados, por suerte para Cuba, no fueron tan catastróficos (sobre todo porque al Ché no le dejaron llevar a cabo sus planes y los países son completamente diferentes) pero el trasfondo ideológico es el mismo.
3 – Violencia. Cada uno a su manera, los dos fueron extremistas en este sentido. Mao Zedong convirtió la lucha de clases (muchas veces despiadada) en uno de sus pilares ideológicos. El dirigente chino pensaba que no se podía renunciar nunca a la lucha de clases, ya que ésta garantizaba la pureza del comunismo. Para el Ché Guevara, la violencia era la única forma en la que los comunistas podían (y debían) alcanzar el poder. El Ché estuvo en contra de la participación en elecciones democráticas y apoyó económicamente (e incluso en persona) movimientos guerrilleros en África y América Latina.
A parte de estos puntos ideológicos comunes, lo que acabó por convertir al Che en una figura pro-china fue el conflicto que durante los años 60 enfrentó a la U.R.S.S. y a China. Después de su luna de miel durante principios de los 50, las dos grandes potencias se enfrentaron por el liderazgo del mundo socialista. A pesar de que la línea oficial cubana se decantó por Moscú, en numerosas ocasiones el Che criticó a los soviéticos y elogió las políticas maoístas.
En esos tiempos de enfrentamiento ruso-chino, el Che elogiaba las políticas llevadas a cabo por Mao Zedong, criticaba a la URSS por su política de convivencia pacífica (que intentaba evitar una guerra nuclear) y defendía y subvencionaba guerrillas en América Latina y África (en contra de las intenciones rusas). En 1961 (justo al final del dramático Gran Salto Adelante), después de verse con Mao y de cenar con Zhou Enlai, afirmó que “en general no tenía una sola discrepancia” con Pekín. Además, los únicos técnicos chinos que trabajaban en Cuba lo hacían en el ministerio del Ché; durante su discurso ante las Naciones Unidas (parte fundamental en la primera parte de la película protagonizada por Benicio del Toro) Guevara defendió el reconocimiento en la ONU de la China comunista en lugar de la República China de Chiang Kai-shek.
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