Avakian PCRUSA - la metamorfosi di un opportunista - in via di traduzione
Un compañero de Medellín, asistió al evento realizado en esa ciudad para conmemorar los 100 años de la Revolución de Octubre. Allí se presentó un debate interesante a raíz de las opiniones de un avakianista, precisamente sobre la cientificidad de la Revolución. Publicamos las apreciaciones de nuestro querido camarada, a quien agradecemos por enviárnoslas al Blog.
El pasado 29 de junio se celebró en Medellín la conferencia
“La alegría de conmemorar los 100 años de la revolución rusa” a la que
asistieron más de 25 personas. Allí se explicó de forma breve y sencilla los
acontecimientos más importantes de la revolución bolchevique de 1917, se dejó en
claro que sus enseñanzas siguen vigentes, la necesidad cada vez mayor de
aprender y realizar con entusiasmo lo hecho por los bolcheviques y las hazañas
de las masas rusas en este centenario.Tras finalizar la exposición, se
realizaron intervenciones y preguntas por los asistentes. El primero de ellos
precisó sobre la actitud de los bolcheviques y mencheviques en la revolución de
1905, de lo cual el expositor había cometido un error, quien aceptó su
desacierto y dio la razón al asistente; luego participó una persona que en el transcurso
de su intervención se supo que era defensor de Avakian; éste hizo alusiones
sobre los fracasos de las experiencias del movimiento obrero del pasado, sobre
la necesidad de “rigurosidad científica” en aquel movimiento y de una forma “indirecta”
acusó a los presentes sobre la falta de una supuesta “rigurosidad científica”.
Dijo también que había que estudiar
y aprender de la nueva síntesis de Avakian, de su comunismo revolucionario y concluyó su intervención, de por si extensa, sobre otros puntos menos importantes como qué era proletariado o si el acontecimiento más importantes en el siglo XX fue la revolución cultural proletaria china o la revolución bolchevique. Luego de él intervino un asistente que atendía un puesto de venta de periódicos y folletos de Revolución Obrera, inicio aclarando que sí había rigurosidad científica en lo que se hacía y de lo que se había expuesto en la intervención central, que en el pasado también había ciencia y que en la actualidad desde el periódico Revolución Obrera se había realizado una investigación en Colombia y sobre la realidad internacional se había producido literatura como el Programa para la revolución en Colombia y una propuesta de Línea para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional, que uno de los contenidos de la revista Negación de la Negación 4 se había dedicado rigurosa, pública y valientemente a desenmascarar el oportunismo de la “Nueva Síntesis de Avakian”. Continuó diciendo que hacía mucha falta escribir, invitó al avakianista que hablaba de tanta ciencia a que escribiera y que tuviera seriedad revolucionaria, ya que en el pasado ellos habían quedado mal en su compromiso de escribir, que aquella discusión había quedado publicada en unos artículos del periódico Revolución Obrera (Controversias con el Señor X).
y aprender de la nueva síntesis de Avakian, de su comunismo revolucionario y concluyó su intervención, de por si extensa, sobre otros puntos menos importantes como qué era proletariado o si el acontecimiento más importantes en el siglo XX fue la revolución cultural proletaria china o la revolución bolchevique. Luego de él intervino un asistente que atendía un puesto de venta de periódicos y folletos de Revolución Obrera, inicio aclarando que sí había rigurosidad científica en lo que se hacía y de lo que se había expuesto en la intervención central, que en el pasado también había ciencia y que en la actualidad desde el periódico Revolución Obrera se había realizado una investigación en Colombia y sobre la realidad internacional se había producido literatura como el Programa para la revolución en Colombia y una propuesta de Línea para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional, que uno de los contenidos de la revista Negación de la Negación 4 se había dedicado rigurosa, pública y valientemente a desenmascarar el oportunismo de la “Nueva Síntesis de Avakian”. Continuó diciendo que hacía mucha falta escribir, invitó al avakianista que hablaba de tanta ciencia a que escribiera y que tuviera seriedad revolucionaria, ya que en el pasado ellos habían quedado mal en su compromiso de escribir, que aquella discusión había quedado publicada en unos artículos del periódico Revolución Obrera (Controversias con el Señor X).
Después el avakianista retomó la palabra y sin ser capaz
de mantener la discusión, se desvió a tratar otros puntos de orden secundario;
haciéndose el loco respecto al llamado a lo que ellos mismos declaran de
dientes para afuera: la “rigurosidad científica”. Intervino una moderadora de
la conferencia y dejó en claro que aquello no era una escuela de marxismo, que
si se consideraba necesario se acordaba una y se discutía sobre el abc del marxismo
para estudiar con las mismas fuentes qué es y cómo se determinan las clases
sociales en una sociedad dada. Intervino de nuevo el vendedor de Revolución Obrera, llamó al avakianista
a que respetara el evento, que en este espacio no se necesitaban “iluminados”
como Avakian, que se ubicara en lo que se estaba tratando. Lo cierto es que en la
intervención del señor avakianista, por ningún lado se atrevió a decir qué es
lo que ellos arguyen que se debe supuestamente superar de lo hecho en la
revolución de octubre, ni tampoco qué es lo que ellos tanto idolatran de su
jefe espiritual Avakian; al final, de toda la palabrería del avakianista… mucha cáscara y pocas nueces.
El evento finalizó y se me llenó la cabeza de reflexiones
mientras me dirigía a casa. A pesar de que el avakianista no quisiera sabotear
el evento, objetivamente lo había hecho: hablar sobre cosas que no
correspondían a la conferencia y generar dudas sobre la experiencia de la
revolución bolchevique de Octubre corresponde a una actitud saboteadora. A
pesar de que tuviera muy buena voluntad, sus ideas no ayudan al pueblo para la
revolución, pues la Nueva Síntesis no
es más que viejo oportunismo disfrazado como post mlm; el partido de la clase
obrera, según ellos ahora debe ser un núcleo estable con mucha elasticidad, y a
la ciencia del marxismo leninismo maoísmo, la ciencia del comunismo
revolucionario, con todo el contrabando ideológico oportunista que le
introducen, pues niegan la determinación del movimiento de la materia, en su
lugar defienden la aleatoriedad y el caos en el movimiento de la materia, por
eso en su actuar político reniegan de la dictadura del proletariado, a la supuesta
reificación del proletariado oponen una visión derrotista de la experiencia del
siglo XX del movimiento obrero; y definitivamente se han convertido en una
secta que sigue los postulados de su pastor Avakian. Aquello lo relacione con las
discusiones entre bolcheviques y mencheviques dentro del partido obrero
socialdemócrata ruso por los años 1905.
Volviendo a esa época, hace poco más de 100 años, en
donde se generó una corriente de oportunistas, de gentes que se dedicaron a
atacar el materialismo dialéctico, particularmente el determinismo en el
movimiento de la materia, Lenin los derrotó magistralmente con su libro
materialismo y empirocriticismo. Allí además de derrotar los postulados
filosóficos idealistas de los oportunistas, también Lenin nos dejó la enseñanza
de que el papel de los oportunistas es generar confusión y desánimo en la
militancia de base del partido y de que su papel favorecía únicamente los
intereses de la reacción.
Esta
mañana me levanté y husmeé en mi biblioteca virtual, me encontré un artículo
titulado ¿Por qué triunfó la ciencia soviética? del
intelectual revolucionario Juan Manuel
Olarieta, lo leí y exclamé refiriéndome a los avakianistas: “Basura
oportunista”; me acordé de aquel personaje que intentó sabotear el evento y se
atrevió a tratarnos de faltos de ciencia. Los Avakianistas al igual que todos
los demás oportunistas del pasado basan sus argumentos en infundios y no en
ciencia a pesar de su disfraz. Acá el escrito de Olarieta que, aunque no es un
marxista leninista maoísta, desmiente los revisionistas argumentos Avakianistas
de que en el pasado no hubo “rigurosidad científica”.
¿Por
qué triunfó la ciencia soviética?
Por Juan Manuel Olarieta
El socialismo no admite comparación con el capitalismo en
ningún terreno. No compite con él porque ya ha triunfado sobre él, ya es un
avance histórico con respecto a él. Por lo tanto, no voy a discutir ahora si la
ciencia soviética fue "mejor" o si avanzó "mas" que la de
los países capitalistas. Sin embargo, el triunfo de la revolución en un país
atrasado, como la Rusia zarista de 1917, planteó las cosas de una manera algo
distinta: como una cuestión de supervivencia frente a las grandes potencias
imperialistas, que en aquel momento dominaban la ciencia (y dominaban gracias a
la ciencia, entre otras cosas). Lenin lo expresó gráficamente cuando dijo que
el comunismo eran los soviets más la electrificación (1). Quizá lo que no ha
quedado suficientemente claro es que Lenin dijo eso en contraposición a Woodrow
Wilson, presidente de Estados Unidos, quien cinco años antes había dicho:
"El siglo XX pertenece al petróleo y la electricidad". Merece la pena
reflexionar sobre ambas expresiones para saber si el siglo XX fue el de la
electricidad, el de los soviets o el de las dos cosas al mismo tiempo.
Bajo los soviets el desarrollo científico tuvo siempre un
marcado carácter estratégico. La tarea de la ciencia consistió en ponerse a la altura
de los países punteros en tecnología, y luego superarlos. Si no hubiera
desarrollado la ciencia de la manera vertiginosa en que lo hizo, la URSS
simplemente no hubiera podido subsistir mucho tiempo. Esa fue la lección de la
II Guerra Mundial que, en palabras de Stalin, fue una "guerra de
motores" o "mecanizada" (2). Sin duda fue muchas cosas más, pero
ese fue un aspecto muy importante. El Ejército Rojo ganó la guerra civil a
lomos de mulas y la guerra mundial a lomos de tanques. Pero entre ambas solo
habían transcurrido dos décadas, que la URSS tuvo que transitar a un ritmo
trepidante. En 1945 la tecnología soviética ya había superado a un país puntero
como Alemania, el más avanzado de la época, sobre todo en materia militar.
Si tenemos en cuenta esa circunstancia, empezaremos a
comprender la falta de fundamento de una serie de arraigados vicios
intelectuales de la burguesía que paso a enumerar.
1. La ciencia no son sólo conocimientos. Es un vicio
procedente del racionalismo y de la Ilustración burguesa. Además de
conocimientos, la ciencia es una fuerza productiva y un instrumento de
hegemonía. Si los marxistas-leninistas nunca hemos aceptado el "arte por
el arte", tampoco hay por qué aceptar, por idénticos motivos, la
"ciencia por la ciencia". El "arte por el arte" encubre un
fenómeno cultural e histórico y la "ciencia por la ciencia" encubre
otro. Por ejemplo, encubre que actualmente la mayor parte de la inversión en
ciencia tiene un origen militar; por lo tanto, también tiene un destino
militar. El caso de la informática, internet y la telefonía móvil lo estamos
padeciendo hoy mismo. También para el capitalismo la ciencia es estratégica: es
un sistema de control y dominación de las masas, que en la etapa imperialista
alcanza al mundo entero. La burguesía cree que puede solventar su crisis sin
necesidad de ninguna revolución, reconvirtiendo los problemas sociales,
económicos y políticos en problemas técnicos.
2. Lo mismo que la economía, el desarrollo de la ciencia
no es espontáneo sino que también se dirige en una u otra dirección. Eso que
cuentan en las escuelas sobre Newton y la manzana que cayó de un árbol es la
consagración de la estupidez burguesa al más alto nivel. La ciencia no se
improvisa, no espera que alguien descubra algo nuevo por un golpe de buena
suerte. Los logros de Newton fueron consecuencia de la revolución burguesa en
Inglaterra y la nueva organización de la ciencia que trajo consigo: la Royal
Society. Del mismo modo, si la ciencia soviética triunfó fue porque estuvo
correctamente dirigida y organizada. Pero quien debe dirigir el desarrollo
científico no son los científicos porque el desarrollo económico tampoco lo
dirigen los economistas. Fue el partido bolchevique quien lo hizo.
3. Otro de los mitos a desnudar es la concepción individualista
de la ciencia, la teoría del genio, de que los avances en el conocimiento se
deben a los sabios, a personalidades relevantes que están por encima de la
mediocridad general. La ciencia es una tarea colectiva, social, que un país que
pretenda construir el socialismo debe organizar consciente y correctamente. El
progreso científico soviético fue consecuencia de una política científica
igualmente correcta que constituye un modelo a seguir aún en la actualidad.
4. El último tópico es el del dinero. Hay quien cree que
para poner a un país a la altura de los tecnológicamente punteros hay que
invertir más dinero en ella. Es cierto que la moderna investigación requiere
desembolsos cada vez mayores porque los laboratorios y el equipamiento juegan
un papel muy relevante. Ahora bien, los recursos que hoy se destinan a la
ciencia están sometidos a las leyes del capital, como cualquier otro sector económico.
Ya lo explicó Marx: "La ciencia es
separada del trabajo como potencia independiente de producción y aherrojada al
servicio al capital" (3). Además de la llamada "aplicación"
de la ciencia a la producción (capitalista) hay que tener en cuenta también la
"aplicación" de la producción (capitalista) a la ciencia. Las
crecientes inversiones en ciencia no son tales sino inversiones en
"empresas científicas". Es lo mismo que sucede con cualquier otro sector
económico capitalista. Por ejemplo, mayores inversiones en sanidad no mejoran
nuestra salud.
Pues bien, las inversiones de la URSS en ciencia no solo
superaron a las de cualquier otro país capitalista de vanguardia sino que las
multiplicaron, y aunque esto fue importante, no es lo que explica el éxito de
la ciencia soviética.
Como en cualquier otro campo, una política científica es
correcta cuando se apoya en la ciencia, lo cual no es ninguna redundancia. Para
impulsar la ciencia hay que saber qué leyes rigen el progreso del conocimiento
y, entre los muchos inventos de la URSS, hubo uno que trataba precisamente de
eso: de estudiar a la ciencia como objeto de la ciencia misma. Lo llamaron
"Naukovodemia", la ciencia que estudia la ciencia. La ciencia avanza
siguiendo las leyes de la dialéctica, una de las cuales es la antítesis, la
crítica, el momento negativo del conocimiento, el que determina lo que no es ni
será nunca ciencia. Pero no para censurarlo o suprimirlo por decreto sino para
criticarlo. Desde hace un siglo y medio hay teorías supuestamente científicas
que los marxistas-leninistas seguimos sin aceptar como tales, por más que insistan
en ello. Por ejemplo, no es de extrañar que los modernos manuales de
termodinámica sigan mencionando la critica que Engels realizó en su día a la
interpretación que de la segunda ley de la termodinámica realizaron los físicos
de su tiempo (4). Por más que traten de ponerla de moda una y otra vez, Engels tenía
razón y las teorías del caos nunca lograron prosperar en la URSS. Es la ventaja
que tiene el "dogmatismo" cuando insiste tozudamente en defender una concepción
correcta y verdaderamente científica frente al absurdo, el tópico y la chabacanería.
Otra de las leyes que rigen el avance de la ciencia es la
contradicción. El conocimiento se abre camino en medio de polémicas y
controversias entre teorías opuestas. La ciencia de un país está bien
organizada cuando no sólo protege las distintas concepciones científicas sino
que las estimula: la ciencia no puede desarrollarse "sin la lucha de
opiniones, sin la libertad de crítica", escribió Stalin (5). La dictadura
del proletariado se apoya en las masas, en su iniciativa y en su creatividad,
lo cual, en materia científica significa que debe estimular activamente el
surgimiento continuo de nuevas propuestas de investigación, de proyectos
originales y de concepciones rupturistas. A diferencia del capitalismo, el
socialismo mira hacia adelante, es inconformista con el saber establecido y pretende
abrir nuevos caminos incesantemente. La fuerza del socialismo no está en la
rutina de las frases hechas sino en suscitar continuos interrogantes, cuestionar
lo que se cree saber.
Un país socialista se fundamenta en un silogismo claro:
la dictadura del proletariado es el poder del proletariado; el saber es poder;
luego el proletariado tiene que saber si quiere tener el poder. La burguesía
domina porque tiene el monopolio de la ciencia y la revolución socialista tiene
entre sus objetivos prioritarios la formación científica de las masas, la
divulgación de los conocimientos, el arte y la cultura. Para impedirlo la
burguesía ha inculcado que la ciencia es difícil, que cualquiera no puede
aprender la teoría de la relatividad, por ejemplo. Esto es falso. Todos,
absolutamente todos, pueden aprender y, desde luego, ampliar sus conocimientos.
Eso no solo es imprescindible por la naturaleza política
de la dictadura del proletariado sino también porque no puede haber ciencia sin
divulgación científica. Del mismo modo que para que haya media docena de
atletas de elite tiene que haber miles de corredores aficionados, para que haya
un puñado de buenos matemáticos tiene que haber miles de aficionados a las matemáticas.
Ahí radica una de las claves más importantes del éxito científico de la URSS: ningún
país en la historia de la humanidad ha desplegado un esfuerzo tan considerable
por llevar el conocimiento a las masas. La ciencia no está solo en los centros
de investigación sino en la difusión del saber, que no solo se debe llevar a
cabo en las aulas sino por todos los medios posibles: revistas, libros,
documentales, radio, etc. Mientras en los países capitalistas, los alumnos
buscan universidad, en un país socialista es la universidad la que debe buscar
alumnos.
Notas:
(1) Lenin, Informe al VIII Congreso
de los Soviets, diciembre de 1920, Obras Completas, tomo 42, pg.164.
(2) Stalin, 24 aniversario de la Gran
Revolución Socialista de Octubre, Obras, tomo
16, pgs.33 y 203.
(3) Marx, El Capital, Fondo de
Cultura Económica, tomo I, pg.294.
(4) J. Aguilar Peris: Curso de
termodinámica, Alhambra, Madrid, 1981, pgs.180 y siguientes.
(5) Stalin, Le marxisme et les
problemes de la linguistique, Pekin, 1975, pgs.28-29
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