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Las elecciones en Madrid han arrojado un resultado claro, la victoria arroyante de Díaz Ayuso sobre las opciones socialdemócratas, las cuales ni sumadas alcanzan al Partido Popular, que se queda cerca de la mayoría absoluta. Además de ello, el Partido Popular ha quedado en una posición muy reforzada frente a la extrema derecha representada por Vox, su principal rival en la derecha.
Estas elecciones marcan un antes y un después en la política española, con la completa fagocitación de Ciudadanos por parte del PP, y la retirada de Pablo Iglesias de la política. Además, estos resultados suponen un refuerzo para el bloque de la derecha, quedando los partidos del Gobierno de coalición por detrás de la otra fuerza socialdemócrata en la Comunidad.
Durante toda la campaña electoral hemos asistido a un circo mediático alejado de los intereses de la clase trabajadora. Todo el proceso ha estado enmarcado en el contexto de la gestión de la pandemia, donde el discurso de “vivir a la madrileña” y la mayor relajación de las medidas sanitarias, abanderado por el PP de Ayuso, ha conseguido movilizar a un mayor número de votantes. También este discurso liberal ha conseguido mucho más apoyo en la derecha frente al discurso más racista y xenófobo de Vox.
A tener de los resultados, muchos analistas burgueses, como el propio fundador de Unidas Podemos, Juan Carlos Monedero, han recurrido al discurso de responsabilizar a la clase trabajadora madrileña de haber votado a fuerzas liberales, infravalorando intelectualmente a los trabajadores y externalizando un elitismo paternalista característico de la socialdemocracia. Y si bien, es fundamental señalar como Díaz Ayuso ha ganado en la gran mayoría de municipios de Madrid, arrebatándole los principales feudos a un PSOE que se ha visto superado por ambas posiciones (por Ayuso en la línea liberal, y por Más Madrid en el ala socialdemócrata), pero estos buenos resultados de Ayuso no tienen que ver con una mala practica de la clase obrera.
Debemos entender que durante toda la campaña, Ayuso ha protagonizado un discurso demagogo enfocado en la bipolarización de sus medidas liberales y aperturistas frente a la pandemia contra las medidas restrictivas del Gobierno de Sánchez. Ante este panorama a la clase obrera se le ha vendido una situación en la que Ayuso les ha prometido en definitiva la reapertura de muchos centros de trabajo, como la hostelería, y la “oportunidad” de volver a trabajar en puestos precarios tras la pandemia. Evidentemente hablamos de recuperar puestos temporales, precarizados y altamente beneficiosos para la burguesía española, pero la clase trabajadora se ha visto abocada, ante el claro abandono de todos los partidos burgueses, tanto los socialdemócratas como los liberales, a escoger entre dos opciones que les empujan a la miseria. No podemos “culpar” como si de una libre elección se tratará a la clase trabajadora de los resultados madrileños. El movimiento obrero se ha visto debilitado durante años por múltiples ataques de los distintos gobiernos españoles, y por el reforzamiento de la burguesía frente a la limitación de sus derechos en todos los ámbitos de su vida.
El problema y el señalamiento, una vez más, que realizan los medios y los partidos burgueses no es de una clase obrera alienada. El problema viene de una clase obrera golpeada y maltratada hasta la saciedad por un sistema que la ha oprime y la explota en su día a día, y aprovecha nuestra miseria para poner a unos dirigentes u otros a las riendas de unas instituciones hechas por y para beneficiar a la burguesía.
Después de estas elecciones queda más claro si cabe que la clase obrera ante la ausencia de una alternativa revolucionaria, no tiene nada que ganar en las batallas entre las diferentes ramas de la burguesía en sus contiendas electorales. Solo empoderándose y organizándose podrá la clase obrera madrileña, junto al resto de obreros del estado español, romper las cadenas que le oprimen y alzarse en la toma del poder político median la revolución.
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